Cuando sufrimos dolores en nuestro sistema musculo-esquelético, casi siempre damos por sentado y creemos que debemos asistir a un quiropráctico y, asumimos qué las funciones de estos son las mismas qué las del osteópata, pero no es así.
Como explicamos más arriba, la diferencia entre un osteópata y un quiropráctico es que el osteópata es la persona que ejerce técnicas manuales no invasivas para ayudar a aliviar diversas dolencias a través de la recuperación del equilibrio orgánico del cuerpo humano. De hecho, la osteopatía se recomienda para una variedad de alteraciones orgánicas, cómo, por ejemplo: problemas en el sistema genito-urinario como la amenorrea o dismenorrea, alteraciones neuronales como las cefaleas y migrañas, los trastornos del sueño, vértigo, fatiga o ansiedad, entre otros.
Un quiropráctico, es aquel profesional médico que se enfoca en el sistema nervioso de los seres humanos y se encarga de mejorar la función de la columna vertebral en relación con el sistema nervioso. Su objetivo es qué este sistema funcione a pleno y qué gracias a ello, el cuerpo pueda recuperarse de dolencias y trastornos con mayor facilidad. Además, realiza ajustes y trabajos manuales, precisos e indoloros para las articulaciones qué no están correctamente alineadas, reestableciendo la comunicación entre el cuerpo y el cerebro.